
LUIS ENCARNACION PIMENTEL
Poco antes del retiro oficial de la odiosa e inaplicable reforma fiscal enviada por el Ejecutivo al Congreso, escribimos que “los presidentes, aun animados de las mejores intenciones, son humanos y que, como que tales y si están mal asesorados, pueden equivocarse y en un momento tomar decisiones perjudiciales”.
De ahí que, sobre la controversial y peligrosa pieza que crispo los ánimos nacionales, sugeríamos al presidente Luis Abinader no llevarse de los acostumbrados coros lisonjeros o dados al “sí señor” en los entornos del poder que calificaban de “valiente” la tarea que, a todo riesgo personal e institucional, había emprendido, y que escuchara otras voces autorizadas, críticas y previsoras, de las muchas que hay en el pais. Por suerte, el gobernante tuvo buen oído, escucho a tiempo el “ruido” avizor del pueblo y tomo la mejor decisión: la de retirar y engavetar el proyecto, con lo que desactivo una explosiva y desestabilizadora bomba de tiempo de consecuencias predecibles. Y como a la gente nadie la entiende y es muy dada a llevar la contraria, aparecieron de inmediato quienes dijeron que “como la reforma de todas maneras es necesaria”, el gobernante no debió retirar la pieza (¿), sino modificarla o reformularla.
Asimismo, muchos de los que habían favorecido públicamente la reforma, una vez el presidente dispuso el retiro del proyecto del Congreso felicitaron al jefe del Estado por esta última decisión. O sea, en una doble moral o cara dura están de acuerdo con una cosa o con la otra, siempre que sea lo dicho por el presidente en el momento. ¿Y dónde está la ayuda al gobernante?
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Mientras tanto, el solo amago con un proyecto de reforma fiscal perturbador dejo doble secuela a su paso efímero por el Congreso y por la opinión pública: la subida de muchos artículos, como es costumbre de sectores agiotistas, antes de que la pieza fuera convertida en ley, así como el disgusto de amplios sectores de la población y un consiguiente daño político para el PRM-gobierno.
Aunque las elecciones están muy lejos, ojalá dicha situación no se le torne en irreversible al oficialismo. El retiro puro y simple del proyecto era única y mejor salida del presidente, después una metedura de pata, hasta el cuello, que prácticamente tenía ya el pueblo tirado a la calle.
Sin dudas que hubiera o no “asesores” o un” equipo” de por medio, ahí hubo una notable o marcada ausencia de olfato y de pericia política. Los expertos, en vez de manejar las crisis, las evitan, porque, como diría el finado doctor Peña Gómez, ven el bulto antes de llegar a la curva.
Contrario al 84, cuando en el gobierno de Jorge Blanco hubo una crisis y ocurrió una poblada que dejo miles de muertos en las calles, aquí la economía no esta crisis. Por el contrario – y pese al alto endeudamiento –, aquí se ha estado defendiendo el crecimiento económico, la estabilidad y presentado al país como modelo en el desempeño de la materia, frente a otros de la región.
Entonces, ¿cuál era el pensado y la prisa con el desmedido “paquete fiscal” presentado con miras a “modernizar” los estómagos y los bolsillos de los que viven en este pais? ¡Está bien retirado está el proyecto, presidente! Y no se vuelva a dejar meter gato por liebre. Recortes, baja de la evasión, cero derroches en eventos y en lujos, y el aguante de grandes obras para las que no hay dinero es por dónde debe orientarse la cosa. Que el gobierno de Abinader haga y termine las obras que correspondan a sus dos períodos, no más de ahí; que otros hagan las que falten o terminen las que queden a medias. Por eso esta “la continuidad del Estado”.
